Antes incluso de su estreno en salas ‘Golpe de suerte’, la película número 50 de la carrera de Woody Allen, ha creada ya una corriente de opinión que la emparenta con la que rodara en 2005. Ciertamente, ambas disertan sobre las dinámicas del azar y el papel de la suerte en nuestras vidas. En ‘Match Point’, de hecho, rodó una secuencia inolvidable que es todo un manifiesto existencial con el tenis como metáfora. Bien es cierto que este asunto de la volubilidad del destino es un asunto que, de un modo u otro, habla toda la filmografía de Allen.
Pero vamos con la principal diferencia entre una y otra. Y es que en ‘Match Point’ existe una ambiciosa intención narrativa que mantiene en vilo al espectador a la espera de saber si la bola acaba cayendo a un lado u otro de la red. Y presenta también un protagonista, Jonathan Rhys-Meyers, del que no puedes apartar la mirada. Entiendes su codicia, por amoral que resulte, y su estar dispuesto a todo por permanecer en el paraíso de los ricos, al que ha llegado por casualidad. Y comprendes su tormento, cuando Scarlett Johansson se cruza irremediablemente en su camino y la cosa se le va de las manos.
En ‘Golpe de suerte’, sin embargo, el guion parece solo una excusa para rodar en París una vez más –ya lo hizo en ‘Todos dicen I love you’ (1996) donde los protagonistas pasaban allí una Navidad, y ‘Midnight in Paris’ (2011)–. Esta vez, eso sí es una novedad, lo hace en francés. La ciudad aparece preciosa filmada por Vittorio Storaro, con unas casas imponentes (un escenario que el cineasta domina a la perfección), y con un vestuario maravillosamente pijo, trabajo de Sonia Grande. El capricho del destino al que hace alusión el título es un encuentro que, ciertamente, tenía unas probabilidades ínfimas de producirse: dos compañeros de instituto en Nueva York se cruzan, años después, en una de las calles más señoriales de París. Esto sí es compartido con el lujoso Londres de ‘Match Point’, donde continuamente vemos tiendas de grandes firmas y galerías de arte. Pero los ricos de esta película no tienen la gracia a las que nos tenían acostumbrados sus películas. En realidad, solo se critican entre ellos y mantienen las mismas conversaciones una y otra vez. Tampoco percibimos un verdadero conflicto en la protagonista (Lou de Laâge) que resulta bastante hueca cuando dice ser una rebelde pero adora a su marido clasista, machista y controlador. Eso sí, le engaña con su antiguo crush, al que da vida Niels Schneider. Y aquí las comparaciones son odiosas, porque la pareja no alcanza ni por asomo la química y tensión que emanaban Rhys-Meyer y Johansson cada vez que aparecían en pantalla.
‘Match Point’ explora las pulsiones más oscuras del ser humano: el deseo, el remordimiento, el odio y el miedo y el resultado es la película más oscura de la filmografía de Woody Allen. En ‘Golpe de suerte’ el director apuesta por un tono de comedia ligera que deriva en policiaco, que la emparenta más, con ‘Delitos y faltas’ o ‘Misterioso asesinato en Mahattan’. Lo que sucede es que aquellos personajes excéntricos que querrían ser mucho más amorales de lo que realmente son, resultaban encantadores. Woody Allen lleva años, y ‘Golpe de suerte’ no es una excepción, posando su mirada más sobre los escenarios y su luz que sobre los personajes y sus tramas. Lo que resulta aquí encantador es París, en mucha mayor medida que los parisinos.

La primera vez que la llevaron al cine fue para ver ‘E.T. El Extraterrestre’, con algunos ligeros matices, en esa película están todas las cosas que ama. Estudió en la Escuela de Cine de Cuba, donde se especializó en preparar mojitos; y también Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, y (casi) siempre se ha dedicado a escribir sobre cultura: películas, arte, libros, música, teatro y arquitectura.
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Muchos lo dicen, pero no es verdad: por qué ‘Golpe de suerte’ no es la nueva ‘Match Point’ de Woody Allen