Los grandes cineastas tienen el poder de trastocar nuestra visión del mundo. Después de ver una película de Terence Davies, resulta difícil no ver la realidad como una suntuosa coreografía en movimiento perpetuo; los films de Richard Linklater suelen inspirar el deseo de caminar sin rumbo a la salida del cine; mientras que los de Lucrecia Martel o David Lynch nos sumergen en un estado de extrañamiento tan profundo que el mundo parece volverse un rompecabezas indescifrable y sublime.
En el caso de David Fincher, otro de los grandes maestros del cine de nuestro tiempo, sus películas nos sumergen en un estado de aguda hipersensibilidad, en la que cada pequeño gesto o sonido es interpretado por nuestro cerebro como un engranaje que hace funcionar o que descoyunta el sistema. Y si atendemos a esa dimensión inmersiva de la obra de Fincher, entonces ‘El asesino’ (The Killer)’ debe entenderse como un episodio central en la carrera de un cineasta que ha hecho del mundo contemporáneo –y sus pulsiones consumistas, digitales y paranoicas– su siniestro tablero de juego.
Con su nuevo artefacto de precisión fílmica, el director de ‘La habitación del pánico’ nos invita a sumergirnos en la mente de un eficaz asesino a sueldo. Durante los primeros compases de película, la cámara del cineasta orquesta una de sus cartesianas danzas alrededor de su protagonista, quien pasa los días apostado frente a un hotel parisino a la espera de ejecutar su próximo golpe. Mientras, la banda de sonido es monopolizada por la voz interior del asesino, que comparte con el espectador los mandamientos de su férrea ética profesional y homicida. Es como si el asesino de ‘El silencio de un hombre’ de Jean-Pierre Melville –recordemos el título original: ‘Le samurai’– se asomara a ‘La ventana indiscreta’ de Alfred Hitchcock y pronunciase un susurrante monólogo interior a lo Terrence Malick, pero totalmente vaciado de humanidad. Los mantras que pronuncia una y otra vez el asesino son elementales, pero tremendamente exigentes: “preparación, atención al detalle, repetición, repetición, repetición…”. Es posible imaginar a Fincher utilizando estas mismas palabras para adiestrar a sus actores y a su equipo técnico. Y es que resulta difícil no ver en el asesino interpretado por Michael Fassbender a un espeluznante alter ego del cineasta de Denver.
“No soy excepcional, sólo sé mantenerme al margen”, afirma el psicótico protagonista en referencia a su capacidad para acometer sus “misiones” esquivando toda consciencia o remordimiento. Por su parte, Fincher, todo un experto en navegar por la cara más sórdida de la naturaleza humana y la vida social, se permite provocar al espectador con un plano subjetivo en el que vemos, a través de la mirilla de un rifle, cómo el asesino se entretiene apuntando a un niño. El juego parece servido: forzar al máximo los mecanismos de identificación inherentes a la narrativa cinematográfica. ¿Seremos capaces de ponernos del lado del protagonista conociendo sus inclinaciones sociópatas? ¿Podremos acompañarle en su atroz itinerario de crímenes y venganza? “La empatía es una señal de debilidad”, sostiene el antiheroico protagonista de ‘The Killer’, pero el propio Fincher comete este pecado al identificarse con la rígida ética de su personaje.
‘The Killer’ es una adaptación de la novela gráfica homónima de Jacamon y Matz, y cuenta con un guion de Andrew Kevin Walker, autor del libreto de ‘Seven’. Pero más que al film protagonizado por Brad Pitt y Morgan Freeman, ‘The Killer’ remite, en diferentes sentidos, a ‘Perdida’ (‘Gone Girl’) y ‘El club de la lucha’. De la primera, Fincher recupera el juego con la perspectiva del relato renunciando a toda trampa de guion, mientras que el recuerdo de la segunda aflora en la ácida mirada a la sociedad de consumo. Y es que el protagonista de ‘The Killer’ se mueve como pez en el agua adquiriendo suministros por Amazon, perfilando sus misiones en Google Maps e ingiriendo calorías en el McDonald’s más próximo.
‘The Killer’ contiene un punzante comentario social, pero en el corazón de la película palpita una mirada de orden filosófico a la naturaleza trágica del protagonista, quien transita por el mundo condenado a errar una y otra vez. La suya es la angustia de un Sísifo contemporáneo. En su perenne soliloquio interior, el asesino perfila un ideario marcado por el desapego, el pragmatismo y la precisión, pero su odisea se ve obstaculizada por excesos de crueldad y por puntuales atisbos de compasión y curiosidad. Por su lado, Fincher elabora uno de sus trabajos más precisos y rigurosos, aunque su mirada de cineasta-samurái también tiembla cuando el romanticismo asoma por el relato.
Para amantes del cine filmado con escuadra y cartabón
Lo mejor: El perfecto y profundo engarce del cineasta con su historia.
Lo peor: Su perfección puede llegar a resultar exasperante.
Ficha técnica
Dirección: David Fincher Reparto: Michael Fassbender, Tilda Swinton, Charles Parnell, Arliss Howard, Kerry O’Malley País: Estados Unidos Año: 2023 Fecha de estreno: 27-10-2023 Género: Thriller. Drama Guion: Andrew Kevin Walker (Novela gráfica: Alexis Nolent) Duración: 118 min.
Sinopsis: Un hombre solitario y frío, metódico y libre de escrúpulos o arrepentimiento, un asesino que espera en las sombras atento a su próximo objetivo. Y, sin embargo, cuanto más espera, más piensa que está perdiendo la cabeza, o al menos la calma. Una historia ‘noir’ brutal, sangrienta y elegante sobre un asesino profesional perdido en un mundo sin una brújula moral. Este es un estudio de un hombre solo, armado hasta los dientes y perdiendo lentamente la cabeza.

Crítico de cine por vocación, periodista festivalero gracias a Fotogramas, profesor en la ESCAC, admirador de Manny Farber (el más audaz de los críticos), fan de Yasujirō Ozu y John Cassavetes, culé empedernido, enamorado de Laura y padre de Gala y Pau.
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Crítica de ‘El asesino (The Killer)’: David Fincher nos sumerge en la mente de un asesino a sueldo en una nueva travesía por la cara más sórdida de la naturaleza humana