“Pongo 1.000 millones o lo que t recomiendes”: As acabaron los mensajes de Musk con su plan de escape en la compra de Twitter


Controversia en la operación

Actualizado

Elon Musk, fundador de Tesla y futuro comprador de Twitter.E.M.

Elon Musk ha hecho el peor negocio de su vida. Se va a gastar más de 30.000 millones de dólares en comprar una empresa que no da dinero y con la que no sabe qué hacer, Twitter, y por la que va a pagar, aproximadamente, un 75% más de lo que vale, según la revista financiera Barron’s. El hombre más rico del mundo va a pagar por ella ocho veces su facturación prevista para los próximos doce meses; Meta (la dueña de Facebook, Instagram, y WhatsApp), que sí gana dinero, cotiza a tres veces su cifra de negocio esperada.

Como se dice coloquialmente, Dios ha venido a ver a los accionistas de Twitter. Si no es por la intervención divina, no se explica que uno de los empresarios más exitosos del mundo pague 54,20 dólares por una empresa que vale 30. El Wall Street Journal lo ha titulado de forma sucinta: “Musk compra un muerto viviente”.

Musk podría, además, tener frente a sí otro problema: encontrar el dinero para pagar. Porque no es lo mismo ser rico ‘en papel’ que en metálico. La mayor parte de su fortuna está en acciones de Tesla, de la que controla el 15%, y de SpaceX, que no cotiza. Es probable que para lograr el dinero que necesita para comprar Twitter, tenga que vender títulos de la primera de esas compañías, lo que a su vez podría empujar el valor de esas acciones a la baja. Claro que, si ese es su problema, peor es el de los bancos que apoyan la compra, encabezados por Morgan Stanley, que van a aportar alrededor de 13.000 millones más para financiar la transacción.

El plan que Musk y sus bancos habían preparado en abril y mayo se ajustaba a las condiciones financieras de entonces. Han pasado cuatro meses y los tipos de interés han subido más de lo esperado y las bolsas se han estrellado.

Musk, además, ha causado un daño reputacional considerable al mundo de las tecnológicas. La defensa de Twitter, hábilmente, le ha obligado a difundir los SMS que se cruzó con otros directivos de Silicon Valley y personalidades policías republicanas -como el gobernador de Florida y probable ‘presidenciable’ en 2024, Ron DeSantis, o el podcaster antivacunas Joe Rogan- comentando la compra.

El resultado proyecta una imagen devastadora para esos líderes empresariales, que disponen de miles de millones de dólares como si fueran calderilla y que destinan, además, a sus vendettas personales o políticas. Es lo que queda de manifiesto cuando el 20 de abril Musk comenta al fundador de Oracle, Larry Ellison (83.700 millones de patrimonio y uno de los más destacados defensores de Donald Trump entre las grandes tecnológicas) si quiere sumarse a la compra de Twitter, éste responde “sí, por supuesto”, y le ofrece “1.000 millones, o lo que recomiendes”. Musk le pide el doble, pero Ellison no sube la cifra. Aunque, eso sí, concluye: “Estoy seguro de que esto tiene mucho potencial, y nos lo vamos a pasar muy bien”.

O, por poner otro ejemplo, lo que comenta el propio Musk al multimillonario republicano John Lonsdale, cuando éste le dice que hay que acabar con la presunta censura -nunca probada por nadie- de voces conservadoras en Twitter. “¡Desde luego! Lo que tenemos ahora es una sistema de una corrupción absoluta”. Eso lo dice el mismo Elon Musk que dos meses después publicó un artículo de opinión en la revista del organismo del Partido Comunista Chino encargado de censurar los medios de comunicación, que ha creado a Tesla a base de subvenciones del Estado -pero que dice oponerse a ellas- , y que tiene una fortuna de 223.000 millones pero no paga IRPF.

El bulling que Musk exhibe en Twitter un día sí y otro también -y el que algunos de sus socios en la compra, como David Sacks, han demostrado en toda la controversia- no parece haber sido suficiente contra esos testimonios y, previsiblemente, otros peores que no han sido difundidos aun. El hombre más rico del mundo no está por encima de la ley.

Esa difusión de emails, más el hecho de que Twitter había conseguido llamar a declarar a casi 100 altos directivos de Silicon Valley, parece haber sido decisiva para que Musk admita algo tan simple como que el 25 de abril firmó un contrato comprometiéndose a comprar Twitter sin ninguna condición. “No compres algo sin verlo antes” funciona tanto para coches, como para pisos, como para redes sociales. Musk renunció a la due diligence, o sea, a examinar las cuentas y las operaciones de Twitter. No tenía modelo de negocio para esa empresa, cuyo peso entre los creadores de opinión -periodistas, políticos y demás ‘enterados’- es infinitamente mayor que su capacidad de ser rentable.

Y ¿qué va a pasar ahora? Pues eso es un misterio. Por ahora, lo único que sabemos es que Musk ha enviado un mensaje al regulador del mercado bursátil estadounidense, la SEC, anunciando que va a seguir adelante con la compra. Dada la capacidad del hombre más rico del mundo para prometer cosas que no cumple (desde la llegada, hace diez años, de una flota gigantesca de taxis-robots que no necesitarían conductor, hasta, sin ir más lejos, la compra de Twitter) no es descartable que la red social intente continuar adelante con el juicio para que Musk, efectivamente, la compre, y no dé, otra vez, la espantada.

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“Pongo 1.000 millones o lo que t recomiendes”: As acabaron los mensajes de Musk con su plan de escape en la compra de Twitter