La compra de Twitter fue digna de “Succession”. El lunes 4 de abril, Elon Musk declaró a regañadientes la compra del 9% de la red social, cifra que le aseguraba ser el mayor accionista. Empezaron las especulaciones: ¿qué busca el hombre más rico del mundo al comprar una plataforma que no es rentable y que, a comparación de la competencia, es pequeña? El jueves 14 tuiteó: “Hice una oferta”, y puso sobre la mesa US$54,20 por acción. Los analistas discutían sobre su posible papel en el directorio y se especulaba sobre el uso de la ‘pastilla envenenada’, leguleyada para evitar que Musk se apoderase fácilmente de la empresa.
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Hubo dudas hasta el 21 de abril, cuando el magnate sudafricano anunció el apoyo financiero de Morgan Stanley, Barclays, Bank of America, etc. Y mientras el mundo miraba pasmado los 44 mil millones de dólares reunidos, Musk llamaba a los accionistas y los convencía de vender. Era eso o diluirse. Según la periodista de “The Wall Street Journal” Lizz Hoffman, por lo menos en la última década, no hubo una compra tan agresiva como la de Musk.
Un par de semanas antes, Musk habló en una conferencia TED y aseguró que no compraba Twitter para ganar dinero. “Tengo simplemente la fuerte intuición de que tener una plataforma pública y abierta a la mayor cantidad de gente es extremadamente importante para el futuro de nuestra civilización”, aseguró. En boca del millonario adicto al trabajo -se jacta de dormir poco y trabajar demasiado- la frase se vuelve dudosa. ¿Miente? La politóloga especializada en comunicación política Alexandra Morales responde: “Por lo menos en la política, se entiende que detrás de cada decisión hay un objetivo o demanda económica. Cuando suceden este tipo de casos, la filantropía se desdibuja”.
“Musk no se dedica a la política, pero sí se mueve en ese ambiente. Lo hace al buscar constantemente ser el protagonista y rivalizar con Bill Gates en eso de quién es el más millonario del planeta, y llamar la atención de Donald Trump, quien lo comparó con Thomas Edison y dijo que era uno de los genios más importantes para el mundo”.
Morales señala que, para entender la compra, es preciso observar el potencial de Twitter. “Se trata, principalmente, de la red social con mayor nivel de polarización política, fomentada por las granjas de troles, etc. Es una red social muy polémica que es consumida por políticos, los militantes más férreos y el periodismo”.
Es también el canal informal -aunque a veces aparenta ser el oficial- de algunos presidentes. En su momento fue el favorito de Trump y todavía sigue siendo vital para el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, autodefinido como el ‘dictador más cool’ del mundo.
“A Twitter también se le considera determinante para ganar o perder una elección presidencial, pero creo que es demasiado. Tiene incidencia, pero no es la plataforma con mayor incidencia. También creo que hay que entender que Musk no solo ha comprado Twitter por ser una plataforma millonaria, sino por la información que maneja”.
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Una compra trascendental
Musk es un encantador de serpientes, un amante de las frases rimbombantes que se pueden permitir los autoproclamados protagonistas de cuentos de hadas. “Creo que es posible para la gente normal elegir ser extraordinaria”, ha dicho. Nacido el 28 de junio del 71 en Pretoria, vendió PayPal, acumuló riqueza, fundó Tesla y Space X -que acaba de mandar un nueva tripulación a la Estación Espacial Internacional-, pero sobre todo, vendió el sueño del soñador que consigue lo que quiere. Su nombre es sinónimo de vanguardia con una pizca de polémica -por el juicio entre Amber Heard y Johnny Depp se acaba de enterar que ella, su saliente en el 2016, nunca lo amó- que lo humaniza.
Jimena Valdez, profesora del Department of International Politics en la City University London y especialista en plataformas digitales, comenta: “Musk tiene un perfil muy conocido y se dice que es una persona agresiva y conflictiva. Que Twitter está en manos de alguien como él, puede significar que la competencia entre redes sociales aumente. Pero él parece no tener miedo”.
La compra, dice Valdez, es una muestra más de cómo el poder se concentra en manos de los que tienen mucho dinero. La fagocitación a todo nivel. “Él maneja a Space X y Tesla, evidencia de la concentración de plataformas. Habría, entonces, que pensar en el poder cruzado. ¿Qué va a pasar cuando, por ejemplo, el Gobierno Chino le pida a Musk una acción en Twitter si es que quiere mantener su operación en su país? ¿Qué pasará cuando se sucedan los conflictos de interés?”.
Musk ha sabido disfrazar la compra y la ha protegido de las críticas bajo el paraguas de la libertad de expresión. Pero hay que tomar el argumento con pinzas: Twitter no ajusta la correa tanto como Instagram o Facebook, que hasta censuran desnudos clásicos acusándolos de pornografía. En cambio, ese mismo contenido habita en la red del pájaro azul que, en paralelo, sí trata de combatir la desinformación “Él entiende que la libertad de expresión es poder decir cualquier cosa en cualquier momento y que es vital para la democracia, pero simplifica los problemas de Estados Unidos. Habrá que ver si él logra que Twitter sea más agresiva o si no hace muchos cambios”.
Lo que sí es urgente es pensar en la trascendencia de la compra de Twitter. “Demuestra que estamos en manos de millonarios y que el poder económico viene con poder político. En Estados Unidos, desde los años 70 y hasta ahora, hay una gran concentración del ingreso en los sectores más altos de la sociedad. Esto es evidencia de que los millonarios pueden hacer lo que quieran, que pueden controlar un espacio que es clave en términos de la discusión política y de la información que circula en la sociedad”.
“Y que, efectivamente, el poder económico redunda en el poder político. Esto es problemático porque, se supone, en la democracia hay una distribución igualitaria del poder político, se parte de que todos importamos lo mismo en esos términos. ¿Qué pasa cuando esto no es compatible con la desigualdad económica?”.
¿Qué pasará cuando Twitter abandone la bolsa y se convierta en una empresa privada, dejando de compartir información relevante porque ya no lo obliga la ley?
Mientras tanto, Musk sigue tuiteando frases que emocionan -”¡Hagamos que Twitter sea muy divertido!- y otras que desconciertan -”Próximamente compraré Coca-Cola y le volveré a poner cocaína”-.
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¿Cómo se gestó la compra de Twitter y cuál es su trascendencia para el mundo?